lunes, 5 de enero de 2009

¿Dar de comer al hambriento?

Hace unos días, mientras evaluaba a una alumna de uno de los colegios en los que soy orientador escolar, me quedé bastante atónito. Le estaba aplicando el subtest de Comprensión del WISC-R y le hice la siguiente pregunta: - ¿Por qué es mejor dar limosna a una Organización de Caridad conocida que a un mendigo en la calle? Y ella, lejos de la respuesta que espera el baremo, me contestó: - Es mejor dar limosna a un mendigo, porque si no tiene para comer, es mejor darle la limosna, así puede comprar algo para comer. Míré en las instrucciones la puntuación que se merecía aquella respuesta, y con sorpresa, descubrí que debía darle un cero. Ya tenía puesta esa nota cuando me acordé del famoso cuento de Hans Christian Andersen, "El traje nuevo del Emperador". Aquel en el que un niño es el único que se atreve a decir en voz alta lo que todos estaban pensando para sus adentros. Y recordé también cómo, para reformar París, Luis XIV (el rey sol), expulsó de sus calles a mendigos y prostitutas porque "afeaban" la majestuosidad de esa gran ciudad.

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