Ana nos regaló por Reyes un viaje que llevábamos mucho tiempo esperando hacer. Un fin de semana en Valencia. Y no lo habíamos hecho hasta ahora porque Valencia está muy lejos de Cádiz. Son ocho horas en coche (y para mí, por lo menos nueve). Así que decidimos elegir un pueblo bonito a mitad de camino para que el viaje no se nos hiciera tan largo y pesado. Y el elegido fue Baeza, por su historia, por su belleza, y porque cuando estuvimos el año anterior, llegamos muy tarde y no pudimos apreciar toda su riqueza.
Llegamos a Baeza más o menos a las doce de la mañana. Hacía frío. Mucho frío. El cielo estaba encapotado y parecía que iba a llover en cualquier momento. El hotel, "la casona del arco", era una preciosa y acogedora casa grande convertida en hotel. La habitación 206 no estaba lista todavía, por lo que tuvimos que darnos un pequeño paseo por el pueblo. Pequeño porque empezó a llover y seguía haciendo mucho frío. Decidimos volver al hotel y almorzar en el pequeño restaurante del hotel. Su dueña Elvira, nos recomendó que siguiéramos una costumbre típica de estos pueblos de Jaén: tú pides la bebida y ellos te ponen la tapa gratis. No almorzamos demasiado bien, pero empezamos a sentirnos un poco mareados, lo que junto al cansancio del camino nos convenció a echar una pequeña siesta.

Baeza es un pequeño pueblo de apenas 16.000 habitantes, pero ha tenido que tener mucho peso en la Historia porque tiene edificios que no son corrientes en pueblos de este tipo, Catedral, Universidad... Había que salir a dar cuenta de ellos. Cogimos la cámara, pusimos el balance de blancos en nublado y salimos, bien pertrechados, porque seguía haciendo frío, a descubrir rincones ... Lo primero que hiciemos fue no entrar en la Catedral. La recepcionista del hotel nos había recomendado su visita, porque "hay una custodia que no se pueden perder", pero la entrada costaba 8 euros, y nosotros tenemos la costumbre de no pagar para entrar en las Iglesias, por muy bonitas que sean. Ya veríamos su foto en internet.Y lo cierto es que no la echamos de menos. Pasear por las calles empedradas de Baeza es todo un placer. Alrededor de la Catedral hay una serie de calles antiguas, muy bien conservadas, que te daban la sensación de estar viviendo en otra época. Sobre todo cuando se hizo de noche y encendieron unas luces aramillas, parecidas a las que dan, a las que daban las farolas pre-Edison. Pero hacía tanto frío que...
Baeza es un pueblo que vive un poco alrededor de la figura de Antonio Machado. No es que no tenga otros atractivos, que los tiene. Pero el poeta sevillano ha dejado su impronta en la ciudad.Todavía se conserva el aula en la que enseñó Gramática Francesa desde 1912 hasta 1917. Es un aula pequeña, con apenas diez pupitres dobles. No debía de haber demasiados estudiantes en aquella época en los Institutos.Sólo estuvimos en Baeza un día.Íbamos de camino a Valencia y la tomamos como casa de postas. Pero nos quedamos con ganas de más. Porque es de esos pueblos en los que todo es agradable. Las calles, los edificios, sus gentes... Seguramente volveremos de nuevo.
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