Llegamos
a Antequera a las 10,30 de la noche. El hotel Coso viejo está en la calle de la
Encarnación. Es un hotel muy céntrico y encontrar aparcamiento es toda una
odisea. Al final tuvimos suerte y encontramos uno en la plazuela que hay
delante de la iglesia del Carmen.
Antequera
es un pueblo bonito, más grande de lo que esperábamos. pero su centro
monumental está muy recogidito y fácil de ver. Empezamos nuestra ruta por la
iglesia del Carmen. Desde su mirador se ve con toda claridad la peña de los
enamorados, una montañita que simula la cara de un indio mirando hacia arriba.
Tiene, como todos los paisajes curiosos una leyenda de amores entre moros y
cristianos.
La
alcazaba está estupendamente conservada. Como todas se haya enclavada en el
punto más alto del pueblo. Llegamos muy temprano y todavía estaba cerrada al
público. Por eso decidimos seguir nuestro paseo por el centro histórico. la
Real Colegiata, las iglesias de San Sebastián, de Santiago, de Nuestra Señora
de los Remedios...
Pero si
Antequera es famosa, además de por las iglesias es por sus muy bien conservados
restos prehistóricos. Los dólmenes de Viera, Menga (muy cerquitas del centro,
tanto que fuimos andando) y el del Romeral (el más grande de los tres pero
también el más lejano, a unos tres kilómetros).
La
verdad es que emociona entrar en ellos e imaginar que hace 5000 años algunos de
nuestros antepasados levantaron estos monumentos para enterrar a sus muertos o
para marcar su territorio. El motivo es lo de menos. Es la sensación de formar
parte de la Historia lo que te pone los vellos de punta. Encima, la entrada es
gratis. Sólo tienes que decir de dónde vienes para no sé qué estudio
estadístico. Hay una visita guiada, totalmente gratis, en la que te van
explicando todos los pormenores de la construcción.
A la
mañana siguiente fuimos a ver El Torcal de Antequera. Nos habían dicho que
fuésemos abrigados porque allí siempre hace frío. Pero como había amanecido un
día espléndido en Antequera decidimos que no nos iba a hacer falta. Grave
error. Menos mal que teníamos en el portaequpajes del coche un par de
chubasqueros de plástico que amortiguó un poco esa desagradable sensación.
Al
llegar al centro de visitantes un amable belga te explica todo lo que tienes
que saber. Que hay dos rutas, una verde,muy fácil y corta, y otra amarilla, más
larga y con algunos trozos de difícil acceso. Por supuesto es la más bonita de
las dos, pero es complicada para niños o personas mayores.
Si como
mi hija, vais buscando la foto más característica del parque, e famoso
tornillo, no la busquéis en ninguno de los dos senderos, porque está antes de
llegar al centro de visitantes, señalizado por un cartel que reza
"Monumento Natural a 150 metros" o algo así.
En el
centro de visitantes hay, entre otras dependencias, una sala de interpretación,
una tienda y una cafetería. Vamos, para pasar un día completo.
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